Desde el jueves 24 de noviembre estamos bajo el
dominio de un anticiclón, sólo roto el viernes 2 de diciembre por el rápido paso de un frente no excesivamente activo, que está provocando cielo despejado y en muchas zonas
de los alrededores de Madrid brumas y nieblas. Es el tiempo típico de una zona
de altas presiones en invierno, que además se ha producido tras una serie de 5
días de precipitaciones que ha aportado gran humedad al suelo y por tanto a las
bajas capas de la atmósferas.
Este tiempo característico de los
anticiclones provoca una o varias inversiones, que impiden el normal movimiento
del aire entre las capas atmosféricas, actuando a modo de tapadera, haciendo
que la humedad se vaya quedando sólo en la parte inferior, junto con el polvo y
los contaminantes que ayudan a la formación de varios tipos de hidrometeoros,
en este caso nieblas y brumas matinales, además de los clásicos de rocío, rocío
blanco o escarcha. Hoy me voy a referir al último:
La ESCARCHA es un HIDROMETEORO que son los meteoros acuosos, es decir,
los relacionados con el vapor de agua en
la atmósfera.
(Autor:
Fernando Llorente Martínez. Realizada en Madrid, el 24 de enero de
2010, aproximadamente a las 09:15, descampado en la Ciudad Universitaria.)
Es un depósito de hielo de aspecto cristalino,
apareciendo las más de las veces en forma de escamas, de plumas o de abanicos.
Este hidrometeoro ocurre siempre que cualquier
cuerpo en contacto inmediato con el aire se enfría por debajo de la temperatura de congelación
correspondiente al contenido en ese momento de vapor de agua en la atmósfera.
Es el mismo proceso que en el caso del rocío, pero
con la diferencia fundamental que en el caso de la escarcha, el agua pasa
DIRECTAMENTE del
estado gaseoso al sólido; este es el motivo por el cuál los diminutos cristales
que se forman están tan bien constituidos -como se aprecia en la foto
inferior-.
La presencia de nubes, sobre todo de capas bajas,
impide en gran manera su formación. La escarcha se deposita sobre superficies
descubiertas. Se observa al amanecer, después de noches despejadas y encalmadas
o con poco viento.
Es más frecuente en los lugares bajos y llanos que
en las cumbres o en las laderas de las montañas. Recubre la hierba o cualquier
otro cuerpo de los que más se enfrían durante la noche, dándoles un color
blanquecino bastante intenso, que en ocasiones puede compararse con el efecto
de una nevada ligera; pero no de haber confusión, porque para que se produzca
la escarcha, el cielo debe estar despejado.
Es muy frecuente en invierno; también se presenta
en primavera y otoño, en momentos fríos y en verano no se dan las condiciones
propicias para su formación.
Escarcha |
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